DON JESÚS, UNA VIDA ENTREGADA A LOS DEMÁS


El pasado martes 23 de agosto, a primera hora de la tarde, sobre las quince horas, en el hospital de Alcázar de San Juan nos dejaba don Jesús Jiménez-Ortiz García-Morato para ir a los brazos del Padre.

Tras una larga enfermedad silenciosa y agresiva, como es la diabetes, que Don Jesús soportaba con buen humor y ganas de seguir adelante, y siempre acompañado de su hermana Victoria, llegó el momento del adiós. A las cinco de la madrugada don Julián oleaba, con los Santos oleos, a don Jesús que respondía con conciencia las respuestas de las oraciones. Los creyente, creemos, profesamos la vida después de la muerte, y a este sacramento como vehículo de salvación para la vida eterna. Y así, en paz, antes de ser puesto en la camilla que le llevaría a la ambulancia, recibía a Cristo en el perdón… ¡dichosa muerte!

Don Jesús Jiménez Ortiz, que nació en 1927 en Herencia, recibió el orden sacerdotal el 1967. Prácticamente, su vida sacerdotal la paso en su único destino como párroco en la Parroquia de San José de Puertollano, además asumió el cargo de consiliario de los Cursillos de Cristiandad y fue el fundador de un colegio. También realizó el cargo de arcipreste de la comarca de Puertollano.

El Colegio San José de Puertollano se crea en el año 1967 para dar respuesta a las necesidades educativas del barrio denominado "Las Trescientas". Don Jesús Jiménez-Ortiz, Párroco en aquel momento, pone en marcha todo el engranaje económico y organizativo para iniciar este gran proyecto, encargando la dirección y gestión pedagógica a la Institución Teresiana (Asociación internacional de laicos, fundada por el San Pedro Poveda). Un grupo de profesoras “teresianas” junto a otro equipo de profesores, se ocuparon de llevar a cabo las iniciativas de carácter socioeducativo que habían surgido.

En el año 2002, habiéndose jubilado ya, deja Puertollano y vuelve al pueblo que lo vio nacer; aquí rodeado de los suyos, su familia, sus amigos…. y sobre todo, rodeado del afecto de todos los que le conocíamos, ayudando a la Parroquia en lo que podía y orando por ella, nos fue dejando poco a poco.

El día 24 de agosto, en el funeral que presidió el Obispo Don Antonio Algora, y concelebrado por el obispo emérito Don Rafael Torija, los vicarios generales de la diócesis y cuarenta sacerdotes más, se puso en evidencia la figura de este gran hombre que, en los mejores años de su vida sacerdotal, estuvo comprometida con la causa obrera en la HOAC, desarrollando una labor encomendable en un barrio de Puertollano marcado por la vida minera de sus vecinos en un momento de transición política y dificultad social.

Comentarios

  1. Un gran hombre y un auténtico sacerdote.

    Tuve la suerte de conocerlo y me formé en el colegio de la Institución Teresiana que fundó.

    Hace muchos años que dejé el catolicismo, pero guardo un excelente recuerdo de él; de sus palabras, su sencillez, su honradez y su capacidad para inspirar a las personas.

    Me alegro mucho de que haya podido terminar sus días en paz, rodeado de su familia y sus seres queridos. Mi más sentido pésame para ellos.

    Es un momento muy duro. No obstante, pienso que cuando una buena persona nos deja, después de una vida plena y dedicada a los demás, no nos queda más que despedirle con una sonrisa en el corazón, dando gracias por haberle conocido.

    "Me entendéis, ¿no?"

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  2. Luis Fernando23/9/11 7:41 p. m.

    Mi recuerdo entrañable para el sacerdote que me inició, junto con mi familia, en el seguimiento de Cristo.

    De sus manos recibí la Primera Comunión en 1983. Ahora seguro que (como él pronunciaba en latín antes de la comunión) el Cuerpo y la Sangre de Cristo guardan su alma en la vida eterna.
    Gracias, D. Jesús, por todo. Siempre estaremos en deuda.

    Nos decía en las homilías: ¿me comprendéis?.
    Seguro que ahora él lo comprende todo, y tiene el regalo de haber logrado lo que siempre soñó.

    Luis Fernando López Almodóvar.
    Puertollano-Toledo.

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  3. Conocí a D. Jesús en Puertollano, en la parroquia de S.José, a lo largo de varias etapas de mi vida. Allí recibí de sus manos la primera comunión, y escuché mis primeras homilías de los domingos, me tramitó los papeles de mi boda y presidió el entierro de mi padre. Gran sacerdote, amigo de mis padres como su hermana y una bellísima persona. Le echaré de menos. Un abrazo.
    J.Felix Aguilar Anegón. Ciudad Real.

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